Fernando Alonso tuvo un problema poco frecuente durante las prácticas del Gran Premio de Bahrein de F1.
El piloto se quedó con el volante de su Aston Martin AMR25 en las manos tras intentar solucionar el inconveniente que tenía al inicio de los segundos entrenamientos libres.
Esto obligó a una intervención inmediata del equipo, que procedió a retirar toda la pieza tras detectar una falla en el sistema de doble anclaje encargado de fijar el mando en su posición. Mientras los mecánicos trabajaban a contrarreloj ocultos tras un improvisado muro humano, se acercó el delegado técnico de la FIA, Jo Bauer, para supervisar.
Antes de que ocurra este incidente, el asturiano había notado una anomalía en el comportamiento del auto, por lo que decidió reducir la velocidad al ingresar al segundo sector. Esa decisión evitó que la pérdida del control terminara en un accidente más grave. No pasó de ser un gran susto.