Cuando murió la madre de Minnie Mouse, Minnie también podría haber muerto. Era un bebé canguro, de solo unos meses de edad que vivía en el marsupio de su madre y le faltaban meses para ser capaz de sobrevivir por sí misma. Pero Minnie tuvo suerte. Tras ser rescatada, acabó en manos de un equipo de rescate de canguros que la crió como si fuera su propia hija.
Minnie acabó en el Kangaroo Sanctuary, en Alice Springs, Australia. Los cuidadores han acogido a muchos canguritos huérfanos. Saben el tipo de leche que necesita un bebé con tres meses y qué materiales pueden utilizar para los mejores marsupios de imitación. En un vídeo grabado el pasado diciembre, Minnie se acurruca en uno de sus marsupios artificiales con uno de los cuidadores.
Los canguros y otros marsupiales se desarrollan de forma diferente a la mayoría de los mamíferos, dividiendo en dos el proceso de desarrollo que suele ocurrir en el vientre. Los canguritos, que nacen tras solo treinta días, llegan al mundo ciegos, sin pelo y siendo del tamaño de un haba.
Los canguros recién nacidos están prácticamente indefensos, salvo por sus fuertes antebrazos, que usan para trepar por el cuerpo de su madre hasta su marsupio, donde comienza la segunda parte del proceso. Pasan los meses siguientes protegidos en ese marsupio, dependiendo por completo de su madre para conseguir comida, calor y protección. Unos meses más tarde, el cangurito empieza a asomar la cabeza por el marsupio y a mirar a su alrededor, y con unos seis meses de edad, salen del marsupio por primera vez. Pasan los meses siguientes entrando y saliendo del marsupio de su madre conforme van ganando independencia poco a poco.
Sin embargo, a veces un canguro se queda huérfano antes de completar todo este desarrollo. Si tiene suerte, acaba en un equipo de padres adoptivos como los del Kangaroo Sanctuary o el zoo de Oakland.