Este domingo, el mundo artístico sufrió la partida de Lidia Catalano, dejando un legado imborrable en la historia del cine, el teatro y la televisión argentina. Con una vida enfocada en las artes escénicas, Catalano marcó cada proyecto en el que participó con su talento y dedicación, convirtiéndose en una figura insustituible para el arte nacional.
El cine argentino contó con su presencia en películas icónicas que definieron épocas y estilos. La historia oficial, Camila y Esperando la Carroza son solo algunos de los títulos donde Catalano brilló, aportando profundidad y humanidad a cada uno de sus personajes. También fue parte de Yo, la peor de todas, Tiempo de revancha, El caso María Soledad, Señora de nadie y No toquen a la nena, entre otras. Su participación en la película Evita, dirigida por Alan Parker, interpretando a la madre de Eva Duarte, le otorgó un reconocimiento internacional que consolidó su lugar como una actriz de enorme versatilidad. Su último trabajo cinematográfico fue en el cortometraje Abrazo ceñido, de Julián Bellegia, donde volvió a demostrar su sensibilidad artística.
La televisión fue otro de los escenarios donde dejó su marca. Catalano participó en producciones inolvidables como Ciega a citas, Chiquititas, Aprender a volar, Verdad Consecuencia, El elegido, Nueve lunas y Tiempo final. En todas ellas, su presencia fue garantía de calidad interpretativa y compromiso profesional, acompañando a generaciones de televidentes con su talento.
El teatro, su gran pasión, la vio encarnar roles inolvidables en obras como Jettatore…!, Sacco y Vanzetti, La ópera de dos centavos, Casa Matriz, El libro de Ruth, Solo 80 y Seis personajes en busca de un autor. Cada función era para Lidia una oportunidad de conectar con el público desde el alma, haciendo del escenario su verdadero hogar.
