El cielo de Atenas, Grecia amaneció teñido de naranja.
Esto se debe por las nubes de polvo procedentes del norte de África. Los fuertes vientos del sur arrastraron el polvo desde el desierto del Sahara, dando a la atmósfera de la capital griega un filtro marciano en las últimas horas del día.
Este fenómeno causó problemas respiratorios, la baja visibilidad para los peatones y conductores.