El cardenal italiano Angelo Becciu, condenado por corrupción, finalmente desistió de formar parte del cónclave que comenzará el próximo 7 de mayo. La noticia genera alivio en el Vaticano, donde su presencia amenazaba con tensar el ambiente en el proceso de elección del nuevo papa.
La decisión de Becciu llegó después de fuertes presiones internas. Según reportó Il Corriere della Sera, el influyente cardenal Pietro Parolin le mostró una carta escrita por el propio Francisco, donde el pontífice expresaba su voluntad de excluirlo del cónclave. Esta misiva, que había sido objeto de rumores en días recientes, fue redactada antes del fallecimiento de Jorge Bergoglio.
El diario Domani amplió que, en realidad, existen dos documentos: uno fechado en 2023 y otro en febrero de este año, ambos insistiendo en que Becciu debía quedar al margen de la elección papal.
EL PASO AL COSTADO DEL CARDENAL
Hasta hace pocas horas, Becciu sostenía públicamente que sus derechos cardenalicios seguían intactos, asegurando al diario Unione Sarda: “El papa reconoció mis prerrogativas cardenalicias como intactas ya que no hubo voluntad explícita de excluirme del cónclave ni petición de mi renuncia explícita por escrito”.
Sin embargo, tras una reunión privada celebrada este lunes, donde participaron allegados y otros cardenales, Becciu reconsideró su postura. La amenaza de una votación interna para decidir su exclusión terminó de inclinar la balanza.
“El cardenal Becciu habría tomado la decisión de renunciar a ingresar al cónclave. Quien resolvió la cuestión fue Pietro Parolin, que le habría mostrado un texto firmado por el papa que aprobaba la elección de no dejarlo entrar”, indicó Il Corriere.
De acuerdo al medio italiano, Becciu entendió que insistir implicaría confrontar abiertamente la voluntad del fallecido Francisco, y optó por apartarse «por el bien de la Iglesia». Asimismo, el cardenal aclaró que su retiro no representa una admisión de culpabilidad y denunció que detrás de su condena existe un complot.
EL ORIGEN DEL ESCÁNDALO
Becciu, de 76 años, fue uno de los hombres de máxima confianza de Francisco y, durante años, una de las figuras más poderosas de la Curia. Su carrera comenzó a derrumbarse en 2020, cuando una fallida inversión inmobiliaria en Londres lo colocó bajo investigación.
El escándalo involucró la compra de un edificio ubicado en un antiguo local de Harrods en Chelsea. También se le atribuyó haber desviado donaciones destinadas a Cáritas de Cerdeña, organización presidida por uno de sus hermanos. Por estos hechos, fue condenado a cinco años y medio de prisión y a la inhabilitación perpetua para desempeñar funciones en la Santa Sede, aunque la sentencia se encuentra en apelación.
Su participación en el cónclave era vista como una amenaza para la legitimidad del proceso, al punto que algunos expertos advertían que podría forzar la anulación del mismo. Según AP, el caso Becciu siempre estuvo envuelto en falta de claridad: cuando fue apartado, el Vaticano solo comunicó que Francisco aceptaba su renuncia como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, sin dar mayores detalles sobre eventuales sanciones canónicas.
Actualmente, Becciu participa de las congregaciones generales junto a otros 252 cardenales, aunque solo 133 —menores de 80 años— podrán votar en el próximo cónclave. Su retirada evita un conflicto que amenazaba con dejar una profunda grieta en el corazón de la Iglesia.