Tras la muerte del papa Francisco a los 88 años, una producción cinematográfica se volvió tema de conversación global. Se trata de Cónclave, un film que pone la lupa sobre el proceso más reservado de la Iglesia: la elección del próximo sumo pontífice.
La cinta, dirigida por Edward Berger y basada en una novela de Robert Harris, se centra en el complejo entramado que se activa cuando el trono de San Pedro queda vacante. Con un reparto de alto nivel encabezado por Ralph Fiennes, la historia retrata la intimidad del cónclave, ese encuentro secreto entre cardenales donde se define quién llevará la máxima autoridad del Vaticano.
La trama sigue al cardenal Thomas Lawrence, quien toma un rol clave en la organización del evento mientras se enfrenta a tensiones internas, juegos de poder y profundas dudas espirituales. A medida que se desarrollan las votaciones, el personaje descubre una revelación que podría alterar el rumbo de la Iglesia.
Cónclave no solo se destacó por su guion —que fue premiado por la Academia de Hollywood— sino también por su impecable realización. La crítica elogió la forma en que se construye el suspenso, con un estilo que remite tanto a los thrillers de investigación como a las tramas de intriga palaciega.
Con actuaciones memorables de John Lithgow, Isabella Rossellini, Stanley Tucci y Carlos Diehz, la película se transformó en un fenómeno global. Con un presupuesto estimado de 20 millones de dólares, logró recaudar casi seis veces esa cifra en las salas de cine de todo el mundo.
Lejos de caer en exageraciones, la propuesta respeta las formas tradicionales del cónclave real, mientras ofrece una mirada cruda y atrapante sobre uno de los rituales más herméticos de la Iglesia católica.
