Verónica Ojeda, madre de uno de los hijos de Diego Maradona, declaró este martes en el juicio por la muerte del exfutbolista. Sus palabras dejaron al descubierto una serie de situaciones preocupantes en torno al cuidado del ídolo durante sus últimos días.
Ojeda relató que el 23 de noviembre de 2020 fue a visitarlo a la casa del barrio San Andrés y que esa fue la última vez que lo vio con vida. “Cuando llegué, lo encontré muy cambiado. Tenía el rostro y las manos hinchadas, y su abdomen también. No parecía estar bien atendido. Me impactó mucho su estado físico”, expresó.
Contó que en la vivienda solo se encontraba una enfermera leyendo una revista en el living y un custodio, Coria, quien no se despegaba de Diego ni un instante. “Me llamó la atención que Coria no se movía de su lado. Me decía que tenía órdenes de quedarse con él todo el tiempo. Algo no me cerraba”, señaló Ojeda.
Según su testimonio, la situación dentro de la casa era muy preocupante. Ella vió la cocina sucia, el ambiente tenía olores fuertes. Diego no estaba aseado. Ese día le pidió que se bañara, que se afeitara, pero lo notó muy débil y apagado.
Ojeda también apuntó contra las personas encargadas de la limpieza y el cuidado general de la casa. Mencionó a una mujer llamada Monona, quien también había estado en la residencia de Maradona en La Plata. “Ella supuestamente se encargaba de la limpieza y la comida, pero después de su muerte se encontraron sábanas y ropa sucia acumulada afuera, con manchas y en mal estado”, afirmó.