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De hacer streaming en su casa a ser la primera argentina en llenar River: los orígenes de María Becerra

María nació el 12 de febrero de 2000, en Quilmes. Aunque en su familia palabras como estetoscopio y electrocardiograma eran frecuentes -su mamá es enfermera y su papá, médico cardiólogo-, ella prefirió la música y la actuación. A los siete años descartó juegos de enfermera y empezó a despuntar lo que la apasionaba: el arte.

Según contó en una entrevista para la revista Shangay, mucho de esta vocación se lo debe a su madre: “Empecé a sentir que lo era siendo muy chiquita. Mi mamá era fanática de Mariah Carey, Whitney Houston o Monserrat Caballé. De esas grandes artistas con grandes voces que han hecho historia. Compraba los DVDs de sus conciertos en directo y los ponía en bucle”. Cuando de niña vio uno de Whitney Houston, se enamoró de lo que transmitía: “Me embobé, y ahí nació mi deseo de cantar y bailar todo el día”.

Comenzó clases de canto, comedia musical, baile y expresión corporal. “Tengo recuerdos de mi mamá llevándome a una escuela de canto en la calle Talcahuano, que yo estaba becada. Íbamos tres veces por semana, dos horas de bondi, el tren, el subte. Me llevaba a la academia, me esperaba afuera porque no se podía esperar adentro. Es una zona peligrosa, muchas veces le robaron y ella igual se quedaba estaba ahí, esperándome. A veces terminábamos a las 10 de la noche, el tren ya no pasaba más…”, narró en Teleshow María, que cuando no estaba en sus clases, se divertía jugando al fútbol, otra de sus grandes pasiones.

Con una determinación poco frecuente para su edad, a los ocho años le pidió a su mamá participar en castings o pruebas de actuación. Nunca consiguió un rol como actriz, pero siguió intentándolo hasta los 11. Para esa época la conocían como La Chola. Cuando sus papás debían trabajar la dejaban en la casa de una amiguita, a la que cuidaba una niñera con ese apodo. “Yo la re quería, me había encariñado. Cuando volvía a casa decía siempre: ‘La Chola, La Chola…’. Y es por eso que me lo pusieron”.

Los comienzos de la popularidad de Becerra fueron una mezcla de suerte y determinación. Como buena centennial, estaba totalmente familiarizada con las redes sociales y su manejo. Así fue que en su cuenta de Facebook comenzó a subir videos de covers con sus canciones favoritas y de los castings a los que asistía. Un día de esos fue un monólogo, en clave de parodia, que en poco tiempo llegó al millón de vistas.

Si en las redes se divertía, en la escuela sufría. Y sufría mucho. En la secundaria padeció situaciones de bullying y acoso. Como le gustaba mucho la carpintería le pidió a sus padres que la inscribieran en una escuela técnica. Eran dos alumnas mujeres entre 400 varones. “Me pegaban feo los compañeros. No había nadie ahí controlando y a mí me tenían de punto. Era la única chica y era como: ‘Te agarramos, te pegamos, pero te manoseamos. Aprovechamos y te manoseamos’. Yo no lo decía nada a mí mamá, porque me hacían creer que era yo la culpable, y entonces yo llegaba (a casa) moretoneada. Y he llegado con el labio cortado porque me pegaban feo”, explicó en un directo de Instagram. “Mi mamá me preguntaba y le decía que me había caído, esto o lo otro, siempre le metía excusas”

Frente a estas situaciones, las autoridades del industrial la enviaban a hablar “con la psicopedagoga”. “La misma preceptora me decía: ‘¿No pensaste en no usar jean?’. Me decían que trajera ropa holgada. Y ahí fue que nació mi obsesión por usar ropa holgada. Hoy en día no me pongo un vestido ni de caño. No me pongo short. No me pongo polleras”.

Ante la indiferencia de quienes debían cuidarla, las agresiones siguieron hasta que la violencia llegó a niveles extremos. “Nunca lo dije hasta que llegó un punto que… Bueno, fue una vez que cinco compañeros, que eran los que me pegaban siempre… Uno se llamaba Ariel, de ese me acuerdo… Me llevaron al baño y me tenían uno de cada mano. Me tenían las piernas y me empezaron a querer sacar la ropa. Quisieron abusar de mí. Pasó una preceptora y yo estaba gritando. Y fue la nada misma. Me salvó que tocara el timbre”, reveló en el programa PH sobre el abuso del que fue víctima durante su etapa en el secundario.

Aunque en la escuela sufría, no dejaba su pasión de artista. Con 17 años participó de un reto llamado Roast Yourself Challenge que consistía en componer música con los malos comentarios y los agravios recibidos en las redes sociales. El video le dio la oportunidad de captar la atención de un público diferente; además, otros artistas realizaron videos reaccionando a su canción. Fue uno de los más vistos ese año en Argentina. En 2019 abrió otra cuenta de YouTube, exclusivamente para subir covers y canciones de su autoría. Así Becerra fue consiguiendo una legión de seguidores.

Decidió dejar la escuela para apostar por una carrera en la música. “Cantar siempre fue mi sueño, yo sabía que lo de Youtube era meramente temporal, que nací para ser cantante y escribir mis canciones. Así que decidí dejarlo todo y apostar por ello, y a los pocos meses lancé mi primer EP y gustó”. La música ya no podía parar y en el 2020 publicó “Dejemos que pase”, “Perdidamente” y “Moon”, junto a su compatriota Dani.

La fama más allá de las fronteras argentinas le llegó cuando hizo un remix de su tema “High” con otras dos mujeres que también se han convertido en íconos: Tini Stoessel y Lola Índigo. Como era de esperarse, el tema fue un éxito.

Para agosto del 2021 María publicó Animal, Parte 1, el esperado disco debut que presentó con más de una colaboración, como “Si yo fuera tú”, con Paty Cantú; “Además de mí (Remix)”, con Duki, Khea, Tiago PZK y Lit Killah; y “Miénteme” con Tini. El hit de esta producción fue “Qué más pues?”, al lado de J Balvin. Su éxito fue tan arrollador que ambos se subieron al escenario de los Premios Grammy 2022, en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, Estados Unidos, para interpretarla. Como si fuera poco, su música llegó a Hollywood de la mano de Rápidos y furiosos 10: Becerra prestó su voz para “Te cura”, parte de la banda de sonido de una nueva entrega de la saga.